viernes, 13 de abril de 2007

Tarde de viernes

Estoy con esto del blog como un niño con zapatos nuevos, aunque esa expresión nunca pude aplicármela, porque todos los zapatos que me compraron en mi infancia, como iba a un colegio de monjas y llevaba uniforme, fueron marrones. Así que pasar de un par de zapatos marrones, a otros marrones, nunca me hizo mucha ilusión.

Pero escribir aquí sí, eso de entrar, poner lo primero que se me ocurra, y salir, me sienta muy bien.

Pasa la tarde de viernes, acabando algunos trabajos, y preparándome para la clase de trompeta. La semana pasada conseguí hacer bien cinco notas, veremos que pasa esta.

Manel me ha pedido que me pinte esta noche los ojos de zingarina. Porque le gusta.

A mi también me gusta, aunque muchas veces me da pereza. Pero si el me lo pide...

Hemos quedado con Magdalena y Andrés, para despedirnos, mañana regresan a Polonia, y quién sabe cuando volveremos a verlos.

Andrés ha sido compañero de trabajo de Manel, unos meses, y Magdalena es su novia. Vinieron a cenar la semana pasada a casa y lo pasamos muy bien.

Los dos entienden bien el español, aunque Magdalena intentó explicarme algunas cosas, después de varias copas de vino, y otras cuantas cervezas y no consiguió encontrar las palabras.

Yo por mi parte, olvidé todas las que me enseñó. Hoy me llevaré un papel para apuntarlas.

Que pena haberlos conocido ahora, que ya se van.

Que poquito me gustan las despedidas. Aunque intentaré exprimirlos al máximo, esta noche, para compensar su ausencia.

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