jueves, 19 de abril de 2007

Regalos

Intento no ponerme triste, pero en algunos momentos no puedo evitarlo.
Pronto será 1 de mayo.
El día en que mi padre hubiera cumplido 59 años.

Por estas fechas, estaríamos hablando por teléfono, y ya me habría dictado su famosa lista de peticiones musicales, que preparaba siempre que llegaba navidad, su santo, su cumpleaños, o cualquier momento en que supiera que iba a recibir un regalo.

La última lista la hizo antes de Navidad. La primera vez la escribí, y de camino a la Fnac, todavía no sé como, desapareció de mi bolsillo.

Le llamé para que me diera los nombres, allí mismo, pero no sabía de memoría los que le faltaban (hay que tener en cuenta que de esa lista, mientras pasaban los días, él se compraba más de la mitad de lo que pedía) así que quedé en volverle a llamar más tarde desde casa.

Hablamos más tarde, y apunté (todavía guardo esa hoja de papel):

George Benson & Al Jarreau - Givin it up
Herbie Hancock - Possibilities
Recopilatorio Shakatak
Rod Steward - Rock Standard

De todos encontré finalmente en el Corte Inglés el de George Benson y Al Jarreau. Sólo pudo escucharlo un día, antes de que lo ingresaran.

Ahora lo tengo yo en casa, y la verdad es que aunque me gusta mucho, casi nunca puedo escucharlo, porque me pone muy triste. Lo mismo me pasa con el último CD de Antonio Carmona. El último regalo que me hizo, que convive en la estantería con el último regalo que le hice yo.

Algún día completaré esa lista, y será como si después de irse, cumpliera todos sus deseos.

Me contó también, en esa llamada, que se había comprado el duets de Tony Bennett y el último de Diana Krall, dos de sus favoritos, pero que según decía, aunque eran muy buenos, te podías morir tranquilo sin escucharlos. Es terrible a veces las ironías que tiene la vida. Textualmente dijo esto, para después añadir que algunos de los que me había pedido en cambio, eran imprescindibles.

Siempre elegía uno de la lista que me daba, para que el regalo de algún modo fuera una sorpresa, y al parecer, visto lo que sucedió, parece que escogí esta vez el más imprescindible de todos.

A veces me duele mucho escuchar música, pero a la vez no puedo dejar de hacerlo.
Pensar, esto le encantaría, esto le horrorizaba, de esto le hubiera hecho tres copias, para que las repartiera con sus amigos.

Hoy soñé con sus manos, abriendo con un impaciencia y alegría un cd nuevo. Pude reconocer perfectamente su color, palidecido con los años, sus dedos algo temblorosos, el final de las mangas de la bata, que siempre llevaba en casa.

Se que es egoista, pero a veces me pregunto, con lo que le gustaba asustarme, y hacerme bromas, porque no viene ahora a darme un susto, ahora que podría hacerlo como en las películas de terror, que tanto nos gustaba ver juntos.

Cuando me fui de casa, hace años, mi madre me contó que mi padre dejó de ver tantas películas de miedo, porque si ya no podía asustarme no tenían gracia.

Como me gustaría verlo otra vez, aunque sólo fuera una vez más, despedirme, abrazarlo... pero tendré que conformarme con los sueños, y con seguir imaginando que está de viaje, como tantas otras veces.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Dios esto es tan tuyo !! yo solo puedo decir que encantaria tener una hija que se tome el tiempo de saber mis gustos musicales y que implore mi presencia cuando ya no sea tan facil percibirme , un beso calido desde tierras lejanas

Teresa dijo...

gracias linda, un beso.

Vanlat dijo...

Estoy llorando.
Tu texto me hizo llorar.
Es hermoso, precioso el recuerdo que nos has regalado.
Tenía que estar muy orgulloso de ti