martes, 11 de marzo de 2008

¡Ostras!



A veces me cuesta entender, que cada cosa tiene su momento.
¡Qué digo a veces! Casi siempre.

Me cuesta aceptar, todavía, después de tantos años,
que no puedo estar haciendo lo que me de la gana, las 24 horas del día.

Y es que es muy fácil encontrar la felicidad,
en el olor del mar, dos copas de vino y un plato de ostras...
pero también tiene que existir, en la pila de platos por fregar,
en la ropa para tender, que espera mojada en la lavadora,
o en la lista de la compra, entre las naranjas y el desodorante.

Tiene que existir... sí, pero hay algo en mí que siempre se resiste a trabajar, que se retuerce antes las obligaciones, que no soporta tener que alterar el ritmo de sus deseos, para adaptarse al mundo que le rodea.

Y no sé si es pereza, capricho o insensatez. Pero este mal bicho que me habita (o quizá bueno, quién sabe), está más vivo que nunca.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

gggrrrrrrrrr..... qué envidia, pensarlo, pero sobre todo hacerlo!........ mientras puedas, aprovechate, pero que no se te arrugue mucho la ropa mojada!
Besotes
Sapiens

closada dijo...

Ese "bicho" es bueno, quilla, sin duda. A mí me pasa lo mismo, jejeje, por eso espero que sea bueno. Si no, mal...
Besicos

Teresa dijo...

uy hasta el veranito nada, ni de mar, ni ostras... por lo menos me queda el vino ;)

si, yo también lo espero closada, por la cuenta que nos trae jaja

besos!