
Por qué a veces, siendo los protagonistas de nuestra propia vida, nos conformamos con aparecer sólo a medias.
Desdibujados, borrosos, tímidos, arrinconados en una esquina, esperando siempre el momento justo, la persona adecuada, el ideal futuro que nos saque de nuestro refugio voluntario para mostrarnos al mundo.

Yo ya no espero más, soy una mujer, una mujer completa.
Me miro a los ojos, en el espejo, y ya no siento miedo, dolor, ni vergüenza.
Me gusta lo que veo.
Y lo demás no me importa.