Que esta canción forme parte de mis favoritas supongo que reafirma la idea que he tenido siempre de mi misma. Siempre me he sentido una perdedora. Una perdedora optimista, eso sí, una perdedora que canta para sus adentros, maybe this time... pero que nunca acaba de créerselo realmente.
¿Y por qué? tampoco me he puesto nunca a analizar en serio lo que he conseguido, lo que quería, lo que he perdido...
Simplemente es un sentimiento que viene conmigo de serie. Una certeza escondida de la que no sé cómo podría desprenderme.
Hoy volví a ponerme las medias de rejilla. Símbolo inéquivoco de la primavera. Y no puedo evitar que me recuerden a París, sus noches de luces rojas, al frío que corta la piel, a la salida del metro.
Música de jazz, ventanas de hotel en las que asomarse durante horas, solomillos poco hechos y tacones altos. Marquesinas, olor de especias, escaleras, rincones, besos interminables, vinos con nombres extraños...
Todo eso me evocan, mis piernas atrapadas en un enjambre de rayas negras. No me importa donde estoy, ni quien soy, ni si mi calle huele a pis de borracho y resaca del sábado. Con ellas siempre me siento una princesa.
Señoras y señores, después de unas semanas de lamentaciones, gemidos, lagrimitas y quejidos varios, yo Teresa Morales Ollé hago saber, que estoy hasta el coño. Es decir, que se prepare el mundo, que voy. Despacito, pero voy...
No recuerdo bien cuantos años tenía, seis, ocho, quizá siete. Me habían regalado mi primer walkman y estaba tan alucinada con el aparato que después de preguntar a grito pelado varias veces a mi familia ¡¿ de verdad no oís nada?! me encerré en mi cuarto a escuchar música.
No sé por qué elegí Lionel Richie, supongo que sería lo que tenía más a mano, me tumbé en la cama y empezó esta canción. Hello.
Los primeros acordes, su voz, la música, por primera vez entro dentro de mí y se me agarro al corazón, causándome un dolor nuevo, desconocido... extrañamente agradable.
Ni siquiera me di cuenta de que estaba llorando, con los ojos cerrados, hasta que entro mi padre a preguntarme que me pasaba.
No lo sé, contesté.
¿Y por qué lloras?
Es la canción.
Entonces el me abrazó riendo. Eso está muy bien me dijo. Y se fue contentisimo a contárselo a mi madre ¡La Tere ha llorado con una canción de Lionel Richie!!
Y yo no entendía nada. Pero me alegré de haber hecho algo que les gustara. En ese momento sentí que por fin éramos los tres iguales.
Que maravilla encontrar esa canción, que lo acierta todo, en el momento adecuado. Eres, soy, pequeña como una estrella fugaz... y las ganas de llorar, no me van a hacer más grande, ni más fuerte. Pero ahí están, recordándome que sigo viva.
Aquí estoy, sentada de nuevo en mi kilómetro cero. Con todo lo aprendido, con todo lo olvidado y con el miedo a la soledad, más despierto, inquieto, y vivo que nunca.
Acechando mis sueños, en círculos, como una manada de buitres.